¿Quién inventó las palomitas de maíz? Un ¡POP! de historia

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Es difícil resistirse al sutil encanto de una palomita de maíz: es crocante, versátil, fácil de comer y de preparar. Estas pequeñas rosetas se han ganado el corazón de muchos, pero debes de saber que han recorrido un largo camino desde su América natal hasta tu mesa. ¡Toma un bol repleto y continúa leyendo! Pues mira que esto se pone interesante.

Origen de las palomitas de maíz

De todas las variedades de maíz que existen, solo unas cuantas son capaces de explotar y generar una palomita (como ejemplo, tienes a Zea mays var. everata, la cual origina palomitas Butterfly).

Ha sido la selección artificial lo que ha originado esto, sin embargo todo comenzó hace mucho tiempo, cuando en el 3600 a.C. seguramente alguien arrojó sin querer granos de maíz al fuego, ocasionando que explotaran. Nuestro amor por las rosetas nació en el momento mismo de su consumo: ¡eran deliciosas!

¿Dónde se descubrieron las palomitas de maíz?

En el mismo lugar que vio nacer los tacos: México. Allí, los pueblos precolombinos preparaban palomitas colocando los granos (o también las mazorcas) sobre cenizas ardientes u ollas de barro, también muy calientes. En la península de Yucatán era común emplearlas para fines ceremoniales y gastronómicos.

Luego, el consumo de rosetas se hizo popular en las Américas, pues este llegó hasta tierras iroquesas y chilenas, donde los pobladores preparaban sopas, harinas, cervezas y otras bebidas a base de palomitas.

Se han encontrado incluso tumbas en las cuales las palomitas de maíz formaban parte del ajuar funerario, lo que denota la importancia que tenía este alimento para las tribus americanas.

¿Quién descubrió las palomitas de maíz?

Si nos referimos a quién las inventó, estaríamos hablando entonces de pueblos amerindios como los mayas y aztecas.

Ahora, para saber quién las dio a conocer al mundo debemos viajar hasta la Era de los Descubrimientos, pues fue en 1492 cuando Cristóbal Colón y su tripulación observaron que los pobladores de las Américas portaban (y ofrecían) collares hechos con palomitas.

Luego, en 1510, Hernán Cortés observó lo mismo en sacerdotes mayas, quienes portaban estos bonitos amuletos de almidón. Exploradores franceses y portugueses tuvieron también oportunidad de conocer los usos que se les daba a los granos de maíz.

¿Cómo se popularizaron las palomitas de maíz?

Una vez conocidos largamente en todo el mundo, los granos de maíz podían ser convertidos en palomitas gracias a las máquinas palomiteras, las cuales se inventaron en 1880.

El público disfrutaba de esta golosina, pero solo fuera de casa, pues el maíz en ese entonces se vendía al por mayor, a precios elevados y sin desgranar, lo que no lo hacía una opción viable para el consumo doméstico.

A finales de siglo XIX, Sears (una famosa cadena de supermercados) comenzó a ofertar 12 kilos de mazorcas de maíz por un dólar. Una ganga, pero las mazorcas de todas formas se empleaban poco en los hogares y terminaban secándose demasiado en las despensas, por lo que ya no estallaban.

¿La solución? Una máquina palomitera doméstica que además era eléctrica. Al público le agradó, mucho más cuando sobrevino la Gran Depresión y el grueso de la población empezó a consumir maíz, por ser este un cereal más barato en comparación con otros. Sin embargo, la «palomitomanía» llegó cuando apareció la industria del cine sonoro, en 1927.

¿Por qué se comen palomitas en el cine?

Estar dos, a veces tres horas sentado en una sala frente a una gran pantalla puede ser un tanto angustiante, en especial si la película tiene cierta carga de tensión en su trama. Para calmar las ansias, Julie Braden (de Missouri, EEUU) sugirió que se permitiera a los espectadores consumir alimentos en las salas de cine.

El Linwood Theatre fue el primero que tuvo un puesto de palomitas en su entrada. Tuvo un éxito tan rotundo que todas las demás salas de cine decidieron hacer lo mismo: ya para 1940 no existía una sola sala a la que le faltase un puesto de palomitas y hasta se les llamó pop-corn saloons.

Las razones de que las palomitas alcanzaran una popularidad tan estruendosa son las siguientes:

  • Eran tentempiés baratos, entonces todos podían comerlas. Solo cuando apareció el cine sonoro las grandes masas pudieron acudir a las salas. El cine mudo era para quienes sabían leer y, por ende, ostentaban un estatus socioeconómico mayor.
  • No presentaban complicaciones en su consumo y transporte. Sencillamente las llevabas en un cucurucho o bolsa y las comías con una mano, sin cubiertos, salsas u otras cosas que exigen otras comidas.
  • No requerían mucha preparación.
  • Y, por supuesto, saben muy bien.

En el presente nada de esto ha cambiado, por lo que las palomitas de maíz continúan siendo el aliado inseparable de toda buena sesión de cine.

¿Por qué explotan las palomitas?

Como mencionábamos antes, no todos los granos de maíz son capaces de explotar. Esto es así pues ese proceso exige que dentro del grano haya cierta cantidad de humedad, cuya evaporación es la que forzará al endospermo (parte blanca, almidonada de la semilla) a salir al exterior, una vez alcanzados 175 °C como máximo.

Todo empieza, pues, con el calor. Cuando colocas tus granos de maíz para palomitas en la olla este calor evapora la humedad existente dentro de los mismos (la cual es incapaz de salir, pues la cáscara de los mismos granos le impide hacerlo, es gruesa e impermeable).

Esto crea una gran presión interna, que aumenta conforme sube la temperatura, pudiendo llegar hasta 9 atmósferas. Si bien esta cáscara o corteza es muy resistente, pasado un punto ya no es capaz de contener la presión y cede, ocurriendo así una explosión en miniatura.

Dicha explosión es además violenta, pues todo el interior del grano queda expuesto, sin mencionar que todo esto ocurre tan rápido que la humedad del endospermo (inicialmente repartida de manera uniforme en él) ocasiona un cambio en la textura del almidón: lo transforma en una especie de espuma, otorgándole de esta manera su textura tan particular a las palomitas.

Por otro lado, igualmente puede ocurrir que los granos no estallen jamás y se quemen en la olla (cuando estos son de mala calidad). Este comportamiento puede deberse a dos cosas:

  • Los granos no poseen suficiente humedad en su interior, por lo que son incapaces de reunir la suficiente de presión para el estallido.
  • Tienen (micro)agujeros en la corteza, lo cual permite que esta humedad escape.

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